Domingo XXV del T.O. (A) (24 septiembre 2017)

obreros vina

Cuando se lee este pasaje de los obreros enviados a trabajar en la viña del Señor, el primer pensamiento que nos viene, si uno no tiene muchos principios cristianos, es el de concluir que el Señor fue un poco injusto pues le pagó lo mismo a los que apenas habían trabajado; o no les pagó más a los que habían aguantado todo el peso del día y el calor. Es la misma impresión que se tiene cuando una persona que ha vivido una vida disipada y en continuo pecado, se convierte antes de morir y se arrepiente sinceramente ante Dios. La Iglesia siempre nos ha dicho que esa persona también va al cielo. En ese momento uno piensa: “¿Y uno que ha vivido toda su vida luchando por evitar el pecado y reprimiéndose para no hacer cosas malas va a recibir el mismo premio que ése que ha sido toda su vida un sinvergüenza?”

Nuestro amor al Señor es a veces tan poco sincero y profundo que pensamos así; y se nos olvida que hemos tenido toda una vida de dicha junto al Señor. Uno que piensa así es porque no conoce realmente lo que es amar a Dios. Que gracias a que hemos intentado estar siempre con Él, trabajando en su viña, hemos sido libres y felices.

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Domingo XXIV del T.O. (A) (17 septiembre 2017)

confesiondesanpedro

Mt 18: 21-35

Entonces, se acercó Pedro a preguntarle: -Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le respondió: -No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso el Reino de los Cielos viene a ser como un rey que quiso arreglar cuentas con sus siervos. Puesto a hacer cuentas, le presentaron uno que le debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el señor mandó que fuese vendido él con su mujer y sus hijos y todo lo que tenía, y que así pagase. Entonces el siervo, se echó a sus pies y le suplicaba: «Ten paciencia conmigo y te pagaré todo». El señor, compadecido de aquel siervo, lo mandó soltar y le perdonó la deuda. Al salir aquel siervo, encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándole, lo ahogaba y le decía: «Págame lo que me debes». Su compañero, se echó a sus pies y se puso a rogarle: «Ten paciencia conmigo y te pagaré». Pero él no quiso, sino que fue y lo hizo meter en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se disgustaron mucho y fueron a contar a su señor lo que había pasado. Entonces su señor lo mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te he perdonado toda la deuda porque me lo has suplicado. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti?» Y su señor, irritado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagase toda la deuda. Del mismo modo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano.

Una vez más Pedro se acerca a preguntarle a Jesús una duda que tenía.

También nosotros deberíamos tener esa confianza con Jesús para acercarnos y preguntarle nuestras dudas.

El mismo Pedro que hace la pregunta da la respuesta que se solía hacer en el pueblo judío: ¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano que me ofende? Hasta siete veces. Pero en cambio Jesús nos enseña que el perdón ha de ser de corazón. Una vez más, Jesús profundiza sobre una enseñanza que ya existía y le da un nuevo sentido: Nosotros tenemos que perdonar siempre del mismo modo que Dios siempre nos perdona a nosotros si acudimos a Él arrepentidos de corazón.

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XXIII Domingo del T.O. (A) (10 septiembre 2017)

jesus enseñando

(Mt 18: 15-20)

15«Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.16Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos.17Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano.18«Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.19«Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.20Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

El Señor aprovechaba todas las oportunidades para ir enseñando y formando a sus discípulos según los criterios propios de la “moral y costumbres cristianas”.

Hoy nos habla de cómo hemos de proceder a la hora de corregir a alguien que ha hecho un mal o cometido un pecado: “Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano”. Todos tenemos propia experiencia de cuánto cuesta aceptar una corrección cuando está hecha sin delicadeza o respecto; y más aún cuando es hecha en público.

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Domingo XXII del T.O. (A) (3 septiembre 2017)

JESUS PREDICANDO 

Mt 16: 21-27

"Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? «Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta".

El evangelio de hoy nos presenta para nuestra consideración tres ideas fundamentales para la vida de un cristiano:

1.- Pensar como Dios: Ante el anuncio de Cristo que tenía que ir a Jerusalén para sufrir, ser matado y resucitar al tercer día, Pedro lo tomó aparte y le reprendió: “De ningún modo sucederá esto”.

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XXI Domingo del T.O. (A) (27 agosto 2017)

llaves

(Mt 16: 13-20)

San Pedro es quien recibe la misión directamente de Jesucristo de llevar adelante la Iglesia. Cristo le entregó personalmente esa potestad. Y queda claramente definido que lo que él, Pedro, ate o desate, quedará atado o desatado en el cielo.

1. Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
Cristo no dice: "sobre estas piedras" edificaré mi Iglesia. San Pedro es el garante, el guardián de las llaves. Esta es una clara invitación a renovar nuestro amor incondicional al Santo Padre, vicario de Cristo en la tierra. Es el puente (pontífice) que nos lleva a Dios. Gran certeza gozamos al tener un guía asistido por el Espíritu Santo para llevar adelante a la Iglesia.

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Cómo llegar a San Alberto Magno

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