Domingo XXVI del T.O. (B) (30 septiembre 2018)
(Mc 9: 38-48)
“Dijóle Juan: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba los demonios y no está con nosotros; se lo hemos prohibido." Jesús les dijo: No se lo prohibáis, pues ninguno que haga un milagro en mi nombre hablará luego mal de mí. El que no está contra nosotros, está con nosotros. Pues el que os diere un vaso de agua en razón de discípulos de Cristo, os digo en verdad que no perderá su recompensa;" y el que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen, mejor le sería que le echasen al cuello una muela asnal y le arrojasen al mar. Si tu mano te escandaliza, córtatela; mejor te será entrar manco en la vida que con ambas manos ir a la gehenna, al fuego inextinguible," donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga. Y si tu pie te escandaliza, córtatelo; mejor te es entrar en la vida cojo que con ambos pies ser arrojado en la gehenna," donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga. Y si tu ojo te escandaliza, sácatelo; mejor te es entrar tuerto en el reino de Dios que con ambos ojos ser arrojado en la gehenna," donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga”.
Jesucristo solía enseñar a sus discípulos y responderle a las preguntas que éstos le hacían. El evangelio de hoy nos presenta varias preguntas y respuestas dadas por Cristo ante situaciones concretas.
“Dijóle Juan: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba los demonios y no está con nosotros; se lo hemos prohibido." Jesús les dijo: No se lo prohibáis, pues ninguno que haga un milagro en mi nombre hablará luego mal de mí. El que no está contra nosotros, está con nosotros”.
Los judíos practicaban exorcismos, viendo el poder de Jesucristo a la hora de luchar contra Satán, hacían exorcismos en su nombre. Al enterarse San Juan Apóstol de ello, quiso corregirles, pero el Señor se lo impidió y de dio las razones para ese tipo de conducta: “No se lo prohibáis, pues ninguno que haga un milagro en mi nombre hablará luego mal de mí”. Aprendamos también de este hecho a preguntarle a Jesús cuál ha de ser nuestro modo de proceder en situaciones que no estén claras para nosotros.
“El que os diere un vaso de agua en razón de discípulos de Cristo, os digo en verdad que no perderá su recompensa”
De todas las virtudes, la que más destaca Cristo es la caridad; y si esta caridad se practica con uno de sus discípulos, no quedará sin recompensa.
“El que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen, mejor le sería que le echasen al cuello una muela asnal y le arrojasen al mar”
El Señor daba mucha importancia a la conducta recta, no sólo porque seremos juzgados por Dios sino también por el mal ejemplo que podríamos dar si no actuáramos de acuerdo a nuestra condición de cristianos. Precisamente, por nuestra mala conducta, muchas personas pueden escandalizarse. Si así ocurriera seríamos responsables de ello.
“Si tu mano te escandaliza, córtatela; mejor te será entrar manco en la vida que con ambas manos ir a la gehenna, al fuego inextinguible," donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga”.
No quiere decir el Señor que hemos de cortarnos la mano si ésta nos hace robar. En el fondo, quien es responsable del robo no es la mano sino la persona; por lo que con cortarse la mano no arreglaríamos nada. Lo que el Señor nos dice es que debemos evitar todo lo que es malo y poner remedios que solucionen de verdad los problemas. A veces, ante problemas graves que ocurren en nuestras vidas sólo ponemos parches en lugar de buscar soluciones que realmente los arreglen. Hemos de tener siempre en cuenta nuestra conducta, no sea que por nuestro mal proceder seamos arrojados al infierno. Para evitarlo tendremos que adoptar soluciones radicales.
Estas expresiones del Señor son un caso típico que nos enseña que no se puede hacer una interpretación “literal” de las Sagradas Escrituras. No está la solución en cortarse la mano o arrancarse el ojo que nos hace pecar, sino en poner remedios que realmente resuelvan los problemas; sabiendo, que si esos problemas no son solucionados podrían llevarnos al infierno.
Y al mismo tiempo nos hace ver que es más importante “la salud del alma” que la del “cuerpo”.