Fiesta de la Sagrada Familia (C) (30 diciembre 2018)
(Lc 2; 22-40)
En el evangelio de hoy vemos claramente cuatro partes:
La primera parte habla del deseo de José y María de cumplir con lo que la ley judía prescribía: “Y cumplidos los días de su purificación según la Ley de Moisés lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está mandado en la Ley del Señor: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor"; y para presentar como ofrenda "un par de tórtolas o dos pichones", según lo mandado en la Ley del Señor.
La segunda parte habla de la profecía de Simeón: Había recibido la revelación del Espíritu Santo de que no moriría antes de ver al Cristo del Señor. “…Simeón vino al Templo movido por el Espíritu. Y al entrar los padres con el niño Jesús, para cumplir lo que prescribía la Ley sobre él, lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo…”
- El contenido de esta profecía es el siguiente: “Mira, éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción -y a tu misma alma la traspasará una espada-, a fin de que se descubran los pensamientos de muchos corazones”. Con ello estaba profetizando cuál sería la misión de Cristo (ser ruina y resurrección para muchos, y también ser signo de contradicción). Frente al cristianismo actual que está lleno de concesiones y cobardía, el mensaje de Cristo y su persona es siempre “signo de contradicción”.
- Y qué es lo que le ocurriría a María: “tu alma será traspasada por una espada para que así se descubran los pensamientos de muchos corazones”. María vería a su Hijo condenado por su propio pueblo, abofeteado, coronado de espinas, clavado en la cruz, despreciado por todos y en aparente fracaso. Demasiado para ella. Este sufrimiento de María abriría el corazón de muchos.
La tercera parte habla del encuentro con la profetisa Ana: “…Ana, había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años, sin apartarse del Templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día. Y llegando en aquel mismo momento, alababa a Dios y hablaba de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén”. Desde un primer momento Jesús fue reconocido como el Redentor y el Salvador. Esta mujer, desde que quedó viuda, no se había apartado del templo, pues estaba esperando su encuentro personal con el Redentor”
Acabado este encuentro en Jerusalén, el evangelio termina diciendo: “Cuando cumplieron todas las cosas mandadas en la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él”.
- Por eso a Jesús le llamarían “El Nazareno”.
- Como hombre, Jesús tenía que crecer y fortalecerse física e intelectualmente.
- Iba fortaleciéndose lleno de sabiduría y gracia.
- Jesús vivía con José y María, a quienes obedecía y estaba sujeto.