5º Domingo de Cuaresma (B) (18 marzo 2018)
Jn 12: 20-33
Unos griegos se acercaron a Felipe diciendo “…queremos ver a Jesús”
Los griegos, atraídos por lo que oían de Jesús, tenían deseos de conocerle. Los apóstoles hicieron de intermediarios entre ellos y Jesús. Esa misión ahora la cumplen la Iglesia y cada uno de sus apóstoles.
“Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna”.
Jesús está hablando de la glorificación que ocurrirá en el momento de su muerte. Sin su muerte no habría fruto. Lo mismo que el grano de trigo ha de morir para dar fruto, del mismo modo el Hijo del hombre ha de morir para que los que le siguen tengan vida eterna.
“Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le premiará”.
Jesús no hace la invitación de seguirle. No será la primera vez. “El que quiera ser mi discípulo que lo deje todo, tome su cruz y me siga”. Seguir al Señor significa ir detrás de Él, imitarle en sus virtudes…
“Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu Nombre”.
Son los momentos previos del prendimiento en el Huerto de los Olivos. Jesús ya está preocupado por lo que va a ocurrir. Lo sabe muy bien. Es por ello que su alma se turba. Sufrimiento que llegará a su culmen momentos después en el Huerto y más tarde en la cruz.
“Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré.» La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.» Jesús respondió: No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros”.
“…ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí.» Decía esto para significar de qué muerte iba a morir”.
Aquí, habla claramente Jesús de su muerte y del triunfo frente a Satanás como consecuencia de la misma.