5º Domingo de Pascua (B) (29 abril 2018)
Jn 15: 1-8
Parábola de la vid y los sarmientos
“Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado.
- Jesucristo se identifica como la vid a la cual hemos de estar unidos para dar fruto. Su Padre es el labrador que cuida de nosotros.
- Si no damos fruto somos cortados y echados al fuego.
- Aquellos que dan fruto son podados para que den más fruto.
Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.
- Permaneced en mí, significa estar unidos a Cristo a través de la fe, la gracia y las buenas obras.
- Si no estamos unidos a Él no podremos dar fruto verdadero. ¡Cuántos hombres viven toda su vida separados de Cristo! En esta vida nunca darán fruto a los ojos de Dios. En la vida futura lo único que les espera es ser cortados y arrojados al fuego.
- Sin Cristo no podemos hacer nada.
Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y se os concederá.
- El Señor nos da la clave para que nuestra oración sea escuchada: permanecer unidos a Él. Si así lo hacemos: “pedid lo que queráis y se os concederá”.
En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos”.
- Si estamos unidos a Él daremos fruto. Y si damos fruto, también daremos gloria a Dios.