Epifanía del Señor

EPIFANIA DEL SEOR MISAS 2024 opt

Celebramos hoy la hermosa fiesta de la Epifanía del Señor, también conocida como la fiesta de los Reyes Magos.

Epifanía es la manifestación de Dios a los hombres en la figura de los magos, que no eran judíos pero sabían ver el cielo y reconocieron la señal del nacimiento del Rey de los judíos. El Evangelio que escucharemos hoy, tomado de Mateo 2,1-12, nos relata la llegada de los magos:

“Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo. Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo. Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiados, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino”.

Vamos nosotros también a adorarle. Él nos espera siempre en el Sagrario. Se quedó allí por Amor a nosotros. Llevémosle nuestros dones, especialmente el que Él más espera: nuestro corazón.

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