Cuentos con moraleja: "Mi encuentro con un ángel"
Los Gutiérrez eran católicos devotos que vivían en Zacatecas (México). El pueblo entero los veía como familia ejemplar tanto en su fe como en sus virtudes. Todos decían que la familia Gutiérrez era una familia cristiana especial.
El padre se interesaba especialmente por el estado espiritual de cada uno de sus hijos y con frecuencia les hablaba de Dios y les pedía que explicaran cómo se imaginaban que sería el cielo.
Un día tocó el turno a Jimmy, el más pequeño de siete años, para que explicara cómo se imaginaba él cielo. Jimmy les contó su versión.
—Creo que el cielo va a ser algo así: Un día, cuando nos vayamos a morir, será el momento de que el ángel grande lea de un enorme libro los nombres de toda la gente que va a estar allí. Vendrá hasta donde está la familia Gutiérrez y dirá:
—¿Papá Gutiérrez?, y papá dirá
—Presente.
—Luego el ángel llamará:
¿Mamá Gutiérrez?, y mamá dirá
—Presente.
Entonces el ángel bajará para llamar a Susana y a Carlos y ambos contestaran:
—Presente.
Hizo una pausa, respiró profundamente y continuó:
—Por último, ese ángel grande va a leer mi nombre, Jimmy Gutiérrez y como soy pequeño y a lo mejor no alcanza a verme voy a tener que saltar y a decir bien fuerte: ¡Presente!, para asegurarme que sabe que estoy ahí.
Apenas unos días después, hubo un trágico accidente. Un coche atropelló a Jimmy cuando éste iba a tomar el autobús de la escuela. Fue llevado en una ambulancia al hospital a donde acudió toda la familia.
El pequeño grupo familiar se reunió alrededor de la cama, donde Jimmy estaba sin moverse, inconsciente y ya perdida toda esperanza de que se recuperara. Los médicos habían hecho todo lo que estaba a su alcance. La familia rezaba y esperaba.
Después de la media noche, el niño pareció moverse un poco. Todos se acercaron. Vieron que movía los labios; sólo dijo una palabra antes de pasar a la otra vida. Pero qué palabra tan consoladora y llena de esperanza para la familia tan apesadumbrada que dejaba atrás. Con su clara voz de niño, nítida y fuerte para que todos pudieran oírla y entenderla, el pequeño Jimmy Gutiérrez dijo:
—¡Presente!
Y luego partió a esa otra vida más allá de este mundo, donde un gran ángel leía los nombres anotados en su gran libro.
*** ***
Cuando era niño, recuerdo que mi abuela me explicaba cómo era el cielo. Si eres bueno, y no tan travieso como eres ahora, cuando el Señor te llame te irás al cielo. Allí conocerás a Jesús, a la Virgen, a San José, a los ángeles y a todos los santos. Los días se te pasarán rapidísimos porque tienen juguetes maravillosos. Hay muy buenos amigos con los que jugar. Nunca te pondrás enfermo…
¡Qué lástima! Los niños de ahora ya no creen en el cielo ni en el infierno. Sólo creen en los móviles y en las tabletas; en Messi o en Cristiano. Han perdido junto a la inocencia, la capacidad de soñar despiertos. No os podéis imaginar el daño que todo esto causa en los niños.
Necesitamos soñar en el cielo para así poder llevar a cabo con alegría las arduas labores que esta vida nos presenta. Necesitamos soñar en el cielo para que las tentaciones sean más fáciles de superar. Necesitamos soñar en el cielo, para olvidarnos momentáneamente de toda la suciedad y mentira que nos rodea. Necesitamos soñar en el cielo para recordar que hay una realidad maravillosa que nos espera; un mundo nuevo al cual hemos sido invitados gracias a Jesucristo Salvador.
Llegará un día en el que también a nosotros nos tocará presentarnos ante el Altísimo. Espero que entonces, un ángel nos llame por nuestro nombre y podamos responder: